lunes, 21 de febrero de 2011

Cap. 2 (contado por Dián)

Me había ganado muchos nombres: Hija del Diablo, reina del inflierno, princesa del inframundo... Desde aquello no volví a ser Dián, si no la hija del diablo, la salvada por el mismo.
An pasado ya 3 años, 3 ñlargos años des que hice un pactó con el druida. Le di mi alma y su poder depositado en m,i años atras, a cambio de que mis padres y la de mi hermano regresaran a la vida.
Era un precio alto, díficili de pagar, pero simplemente tenía que hacerlo, por ellos. Tuve incluso que hablar con el diablo simplemente por que yo devía seguir con vida.
Seguro que mis padres ya me echaban de menos, y a mi hermano seguramente todas las noches le corroeria la culpa y la rabia. Todo por mi culpa.
Pero no era la única qu se veía aen esta situación El diablo me consideró valiosa, y me dejo vivir en su patetico mundo. Al igual que yo, otro chico pactó con el. Su mera sonrisa me reconfortaba, mientras el me dedicaba palabras de animo. Me hacía sentir mejor.
Se llamaba Shon, pelo rubio por los hombros y ojos marrones. Apenas nos veiamos. Ademas me costaba escapar de los pequeños demonios, que pretendían engatusarme para que hiciera lo que me mandaran, pero había aprendido a evitar cualquier medio de estos enanos bichejos.
Bien, pues ya me conocían como la imposible. Si, 3 años daban mucho de si, 3 años en los que había aprendido a sobrevivir.
Desde el 6 de abril mi vida no volvió a asr lo mismo.
El diablo, que se hacía llamar Ades, ya que le gustó el nombre griego, tenía la piel de color carne, con alas roidas, dientes afilados y lengua vifida.
Los pequeños demonios carecían d ealgo qur deseaban y que el diablo siempre había poseido. El diablo siempre tenía una aura de fuego al rededos, genial para espantar a la gente, aun que con 2 no hubiera funcionado... 2 o más, el diablo prefería guerdarse esos comentarios.
Estos tres años viviendo en el oscuro "palacio" del diablo habían sido extraños y pesimos. Tenía que escapar.
¿Cómo?

domingo, 20 de febrero de 2011

Cap. 1

Una gota tras otra caían sin dejar lugar a calor o sol. Un eterno manto de agua que parecía no querer abandonar el suelo. Ni el ambiente. Otro tormentoso día de otoño. Dián miraba por la ventana como si no hubiera otra cosa mas interesante en el mundo. Dián, una joven de 14 años de pelo marrón y ojos azules. En su mano sostenía una rosa roja, la ultima que había sobrevivido al duro otoño. La observó, mientras se hundía en sus pensamientos.
Suabemente la deposito en un jarron de cristal en el que solo cabía una flor.
Se sentó junto a la ventana, meditando.
- Hola, ¿Que tal Dián?
Alguién había entrado en su cuarto.
-¡Erik! -exclamó ella avalanzandose a sus brazos. -Creí que habías muerto.
-Nada puede con migo, lo sabes. -le dijo.
Erik era su hermano mayor. era de pelo marron y ojos azules marino. Tenía ya 19 años.
- ¿Y bien? -preguntó Dián- ¿Ya eres libre?
- No es tan fácil. Siempre piden algo a cambio. -contestó el.
Cuanto lo había echado de menos. Cuanto había gritado su nombre al cielo, o susurrado a una estrella su su paradero. Y siempre en vano.
- No obstante, he conseguido un trato con el, y creeo que es bueno.

Erik llevaba 3 años ausente. Había recorrido el desierto y la montaña, en busac de un traidor que les mantenía siempre atados con la vista, en todas partes el traidor se encontraba presente. Pero esta historia se remonta años atras, cuando sus padres eran aún jovenes.
Conocieron cerca de un monte a un "brujo". Susana, la madre de Erik y Dián no podía tener hijos, y este les ofrecía solución, a cambió de un alma. Los dos aceptaron. Un alma por cada niño que tuvieran.
Tuvieron dos hijos, y a los 10 años de tenerlos a los dos les llegó una noticia del  druida. Esa misma noche los padres de los dos desaparecieron para no volver. Habían pagado el caro precio.

Dián rompió a llorar.
- Tranquila, es mejor de lo que piensas. Deja fluir tu rabía pero no aun. Primero escucha lo que he aberiguado. El druida cpidio un precio tan caro por algo que ni papá ni mamá sabían, y es que con nosotros dejo parte de su poder. Simplemente hay que dejarlo fluir. -contó Erik.
- ¿Y cual es el trato? -preguntó Dián, aun con la cara humeda.
-. Dos almas nuevas. -contestó.
Dián se enjugo las lagrimas y le miro de forma profunda.
-Es lo mas injusto que podías haber echo. Dos almas pagando lo que deben pagar otras dos muy diferentes.
-Esdo no es todo.
- Bien, o mal. Ya no se que decirte. -Dián miro a todos lados desconcertada.
-Debemos devolverle su poder.
-A cambio de nuestros padres. -dijo Dián.- Si no no hay trato alguno.
-Si le damos el poder... -dijo Erik.
-¡Qué! -Dián estaba frustrada por el odio y la rabia que corroían su cuerpo.
-Moriremos nosotros.